lunes, 26 de noviembre de 2007

Mariage

Extraído del libro "Sentimientos y Costumbres" de André Maurois
Del Capítulo I, el Matrimonio:
Meredith y Chardonne se han pronunciado muy bien sobre este grave riesgo para los hogares: "el análisis mutuo, demasiado profundo, que conduce a querellas sin fin". Es a la vez, más simple y más secreto. Una verdadera mujer adivina, aunque no los comprende, estos matices, estas amenazas, este desvío que crece. Y pone remedio por instinto. El hombre mismo sabe que en ciertos casos, una mirada, una sonrisa, reemplazan eficazmente una explicación. Mas sea cualquiera el método, siempre es preciso reconstruir. Ninguna de las cosas humanas, ni las casas, ni las telas, ni las amistades, ni los placeres, se conservan en el abandono. Los techos se hunden, los amores se deshacen. A cada instante, se requiere volver a clavar una teja, apretar una junta, desvanecer una falsa interpretación. Ya que los rencores van formando sentimientos de oposición, que se convierten en focos de infección que acaban envenenando la vida de los esposos. De pronto, un día, el absceso revienta y cada uno queda horrorizado de la imagen de sí mismo que descubre en el otro. Sinceridad, por lo tanto, pero también cortesía. Es imprescindible en un matrimonio feliz, que los gustos individuales sean respetados recíprocamente. Sería absurdo imaginar que dos seres pueden tener las mismas ideas, los mismos juicios, los mismos deseos. Es imposible y no es deseable. Ya hemos dicho cómo en los comienzos, en el período de la "luna de miel", los dos amantes, en su romántica felicidad, se juzgan idénticos en todos los aspectos. Fatalmente llega el momento en que los temperamentos ocultos recuperan sus derechos. " Si se quiere- dice Alain- que el matrimonio no sea como un asilo para los esposos, es preciso que la amistad sustituya, poco a poco al amor". ¿Lo sustituya? No. Es más complejo todavía. Es preciso que en un matrimonio, completamente dichoso, el amor se mezcle con la amistad. La franqueza de la amistad toma de esta forma no se sabe que matiz indulgente y tierno. Dos seres reconocen que son distintos, moral e intelectualemente, pero aceptan con alegría lo que les separa y ambos encuentran en ello, la ocasión de un progreso espiritual. Es una gran fuerza para un hombre que intenta desenredar la difícil madeja de los asuntos humanos, tener junto a sí un espíritu de mujer atento, inteligente, discreto y dulcemente luminoso, que esclarezca un poco, para él esta oscura mitad; el pensamiento del mundo de las mujeres. Es clásica la frase de La Rochefoucauld: "Hay buenos matrimonios; no los hay deliciosos". Los mas deliciosos no son los mas felices. ¿Cómo va a ser fácil la vida en común de dos seres que están sujetos los dos, a raptos de malhumor, a errores, a enfermedades que transforman y agrían los caracteres?... Un matrimonio sin conflictos es tan inconcebible como un Estado sin crísis. Solamente cuando el amor haya pronunciado su defensa en los primeros procesos y cuando el afecto haya transformado la indignación del principio en una indulgencia tierna y placentera, podrán las crisis ser vencidas con relativa facilidad. Resumamos: hemos visto que el matrimonio no es nada de lo que imaginan los amantes románticos, hemos visto que es una institución fundada sobre un instinto; que exige para tener éxito, no solamente una atracción física , sino voluntad, paciencia y una aceptación del "otro"siempre difícil; en fin, que si se cumplen estas condiciones, puede tejerse un sólido y hermoso afecto, mezcla única ( e incomprensible para quienes la desconocen) de amor, de amistad, de sensualidad y de respeto, que constituyen el único matrimonio verdadero.

Ahí dejo esta encantadora música de piano y en especial para niños extraída del Children´s Corner del etéreo Debussy...

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