sábado, 8 de marzo de 2008

DOLLS


DOLLS
Érase una vez un fabricante de muñecas que tenía un afamado establecimiento artesanal.

Era italiano. Un día arregló el juguete de su hermana más pequeña y descubrió que aquellas criaturas eran entrañables. Que sus manos podían convertir / reconvertir. Sintió entonces la atracción hacia ese universo que sería años posteriores el suyo.
Cuando tuvo posibilidades fue aprendiz. Tuvo varios maestros que le enseñaron todo lo que pudieron y supieron. A su vez, ellos tenían otros talleres y muñecas perfectamente clasificadas. Con sellos de identificación que exportaban a distintos países.
El empezó de cero. Trabajaba en sus modelos día y noche. Era disciplinado hasta acabarlas. Entonces, su ritual era mirarlas hasta diseñar sus cualidades perfectas.
Así comenzó una colección especial de porcelana de medio tamaño. Ya intuía que alguna ni las vendería. Se quedarían en su propio estante personal para toda la vida.
De este modo, nuestro artesano, al que le apasionaba su tarea, consiguió distinguirse como un eminente profesional.
Consiguió unas pocas magníficas.
Con la primera se esmeró en el color. Y la tintura, aproximada a un moreno, le daba un aire de isla. Sus ojos eran muy negros y el pelo era negro y muy rizado.
La segunda lo encontró a él, puede decirse así.
En repetidos momentos la visualizaba. Un día la soñó y despertó en medio de la noche. A la mañana siguiente, se fue a dormir con el trabajo concluído. Era rubia. Y tenía una bonita sonrisa. Ojos: verdes. Para ella diseñó un traje blanco muy sencillo. De este modo, parecía una niña.
Pronto descubrió que era su creación más sublime y acabó haciendo réplicas igualmente extraordinarias.
La tercera fue castaña y a ella la hizo con materiales más fuertes que las anteriores. Incluso, se aventuró a resaltar sus encantos femeninos. Le puso sexo, pechos y trasero. Afinó su cintura. Era una muñeca atractiva y se vendió bien.
Éste hombre viajó mucho. Y se casó y tuvo cuatro hijos. Solo una hija.
Un día miró su estante de creaciones y descubrió que se había cansado. Estaba aburrido.
Así, que volvió a las de siempre. A aquellas muñecas comerciales y no por ello menos encantadoras. Pero volvió. Solo se aventuró a un pelo rojo y a un ojo de cada color (esa tuvo clientela exclusiva) pero eran obras superficiales.
Angélica, la pequeña, cogía a las selectas del estante.
Un buen día, mirando a su padre le pidió otra. Otra.
El padre la miró conmovido porque se sabía ya un poco malgastado... Aunque no imposible. Así que se puso manos a la obra. Todo, por su pequeña.
Y así nació la muñeca imposible. Tuvo cuerpo. Piel de porcelana sonrosada. Dimensiones normales. Pestañas graciosas sobre ojos algo achinados. Esta muñeca no era articulable. Y sus ojos no subían y bajaban. Pareciera que estuviese viéndolo todo. Presenciando ese vicio gastado de belleza.
Cuando Angélica la vió la cogió de inmediato entre sus brazos y dijo:
- Papá, esta no es como las otras.
- Ya lo sé. Pero yo hago muñecas. Esta es inclasificable ¿a que sí? Y le acaricio la barbilla.
- la niña asintió ¡pero luego las dejas ahí! (señalando la silla con las muñecas mas lindas)Ya sabes que yo las rompo incluso, papá. Pero esta no se mueve y...
¡mira! A lo mejor es tan bonita como las otras, pero no me has dicho lo de siempre:
“mira Angélica, he construído el modelo perfecto de muñeca”
La niña lo miraba interrogante.
El padre de pronto rompió a llorar y se metió en el baño. Se acordó de que ya no tenía esposa que contestase a esas preguntas de críos. Al poco volvió con la sonrisa recompuesta.
Angélica, (le habló pausadamente):
- Cuando imaginé esta última, era en mi cabeza una muñeca. Una como las otras. Pero cuando la sostuve. A medida que iba desarrollándose entre mis manos advertí que era distinta.
Sabe escuchar también, ¿Sabes? Es como tu madre ante de que nos dejara. Y aunque es bonita, prefiero que no se mueva para que no sea tan muñeca.
Y se hundió en el sofa pensando en la equivocación de sus cánones.
Se hundió y cogió a Angélica en brazos.
Que sostenía ensimismada aquella figura dulce e imposible de muñeca.

Eloise

9 comentarios:

isobel dijo...

que linda eres, de pequeña tenía un muñeco el único con el que recuerdo haber jugado, era todo una pieza, tierno y adorable, le llame blandido y dormía en una cuna que me hizo mi madre de un cajón de fruta (que reyes). No siempre lo "perfecto" es lo que necesitamos, sobre todo en cuestión de afecto, mil abrazos

marcelo dijo...

No sé yo... para mí que es la esposa muerta.

TORO SALVAJE dijo...

Empezamos bien la tarde....medio emocionado con ese final.

Besos.

Belén dijo...

Pues el artesano tiene suerte, muy pocas veces se llega al clímax de su obra... este hombre al menos lo vio, lo presenció...

Aunque fuera inclasificable...

Besos

Eloisemoi dijo...

Gracias por leer.
Vuestros puntos de vista son interesantes.
Besos dandes dandes.

atikus dijo...

Que bonito cuento...es verdad que no siempre lo mas perfecto es lo mejor, yo no tenía muñecas, pero si Madelman, que era parecido.
Aunque no tiene nada que ver, tenía un boli asquerodo mordido que se me perdio, y me dio mucha pena, me regalaron otro pero no quería otros...

Eloisemoi dijo...

Kerido AtiKus:
a lo mejor un día escribo algo sobre la historia de un boli mordido...es tan...entrañable¡¡¡y ¿lo utilizaste quitandole la tinta para tirar granos de arroz? jeje: en mi cole eran muy gamberros.
Besos peque.

Pedro Jorge dijo...

Tu sí que eres una muñeca, E.

Eloisemoi dijo...

Oh, Pedro: no quiero ser una doll...
porque sería diavólica jejejee (bromita): enga, a darme cuerda.