lunes, 10 de diciembre de 2007

Química & Chocolate

El amor ha sido considerado como uno de los temas más controvertidos en cuanto a sus posibilidades de comprensión y explicación racional. Sin embargo, prácticamente todos los grandes filósofos y psicólogos han desarrollado teorías acerca de lo que constituye este elemento fundamental en la vida de los seres humanos.

Si no se contara con una representación de lo que es el amor, cualquier intento de explicar el proceso humano resultaría fallido.

Platón.
“Que el amor es un deseo", es una verdad evidente; así como es evidente que el deseo de las cosas bellas no es siempre el amor”, afirma por una parte Platón en Fedro, y agrega: que al amor lo gobiernan dos principios:
a)“el deseo instintivo del placer” y b)“el gusto reflexivo del bien”. En todo caso, para Platón el amor es furor o delirio a partir de sensaciones que transtornan al individuo enamorado.

Aristóteles también define las emociones amorosas y de toda índole, como “aquello que hace que la condición de una persona se transforme a tal grado que su juicio quede afectado, y algo que va acompañado de placer y dolor”.

Para Descartes el amor es: una emoción del alma causada por el movimiento de los espíritus que incita al alma a unirse voluntariamente a objetos que le parecen agradables. Lo cual es criticado por Spinoza, argumentando que la voluntad de unirse a la cosa amada es una propiedad del amor, pero no la esencia de éste. Para él, “el amor es una alegría acompañada por la idea de una causa externa” (Calhoun y Solomon, 1985).

Kant, por su parte, pensaba que el amor era el placer desinteresado producido por la belleza, distinguiéndolo de la estimación que implica la valoración intelectual de algo o de alguien, así como el sentimiento de lo sublime que supone una representación desmesurada de una situación, bajo la idea de lo infinito.

El joven Hegel define al amor como “el ser uno en el ser separado”.

En el caso de Marx encontramos la siguiente cita acerca del amor sexual:
“la relación directa, natural y necesaria entre dos seres humanos es la relación entre el hombre y la mujer. Esta relación natural entre los sexos, lleva implícita directamente la relación entre el hombre y la naturaleza es, directamente, su propia determinación natural... Del carácter de esta relación se desprende hasta qué punto el hombre ha llegado a ser y a concebirse un ser genérico... En esta relación se revela también hasta qué punto las necesidades del hombre han pasado a ser necesidades humanas, hasta qué punto, por tanto, el hombre en cuanto tal hombre, se ha convertido en necesidad, hasta qué punto en su existencia más individual, es al mismo tiempo un ser colectivo” (Cfr. Marx, 1974).

Freud, concibió al amor como: la catexia* libidinal que un sujeto establece con el objeto que satisface sus necesidades instintivas de placer y/o eliminación del dolor; es decir, como la fijación de un objeto determinado que se ha mostrado como placentero para un sujeto.
*Una catexia según Tolman, es la tendencia a buscar ciertas metas en lugar de otras, cuando se experimenta un impulso determinado

Skinner, desde su óptica conductista, definió al amor como el “reforzamiento positivo” que una persona puede otorgar a otra de tal manera que ésta incremente la posibilidad de ocurrencia de ciertas conductas elegidas por la primera. El amor -según Skinner- no es más que reforzamiento mutuo.

Igor Caruso y otros autores han concebido al amor como una extensión del Yo, como el sentimiento de unidad o de identidad con otra persona, o como lo ve Luhman (1985): como un código simbólico que permite un sistema de interpenetración entre dos seres humanos.

Como se ve, por una parte, el amor ha estado asociado a emociones “positivas”, al deseo y al placer, mientras que por otra se ha visto el amor como una relación compleja entre seres humanos.
El amor se confunde con el goce objetual del otro, como un comercio o intercambio de favores. El intercambio de favores “amorosos” implica la objetivación del otro, la enajenación del amor, sea en la prostitución abierta o en el interior del más “respetable” matrimonio.

¿Cómo surge el amor?
Desde el punto de vista de la teoría de la praxis, el amor surge en la medida en que los seres humanos se constituyen, como seres históricos a partir de sus necesidades más naturales. Ser histórico significa intrínsecamente:
la posibilidad de incorporar a la experiencia de cada individuo la experiencia vivida por otros mediante la comunicación.

El amor humano se distingue en general de la afectividad de otros animales precisamente en que los segundos responden estrictamente a estímulos que les proporcionan algún tipo de satisfacción individual. Sin embargo, el amor humano muchas veces está lejos de obtener satisfacción y contrariamente implica un cúmulo de sacrificios y sufrimientos.

En la teoría de la praxis el amor es definido como el sentir como propio de lo que le sucede a otro(s). Y esto es producido necesariamente por la con-vivencia, por una vivencia similar directa o mediante la narración.
El grado de intercomunicación de vivencias varía entre unos individuos y otros. Las formas de comunicación abarcan no sólo las palabras, sino también el lenguaje mímico y algo aún más importante: el “lenguaje” sensorial o sensitivo. Los amigos se saludan “de mano”, “de abrazo” o “de beso”, según la cultura. Caminan juntos tomándose del brazo mientras charlan o cantan. A la cooperación práctica, a la unidad o complementariedad de intereses, propia de toda amistad, se le une el significado de la unión corporal que simboliza la fusión psicológica.

En el caso del amor sexual, la deshinibición de los amantes permite la expresión corporal que sólo puede compartirse entre ellos en la intimidad; lo cual además de hacerlos únicos partícipes de esas experiencias propias de intenso placer.

El enamoramiento sexual implica la atracción corporal, no necesariamente por la belleza. El que se enamora, además de intuir afinidades ideológico-estéticas con su prospecto, anhela intuitivamente sentir, por ejemplo, la textura de su piel o el brillo especial de su mirada, el tono de su voz, el olor de su aliento y de su sudor; tanto como el poder compartir sus propias cualidades en el interior de la sensibilidad del otro.

Puesto que cada individuo es un ser histórico, intrínsecamente colectivo, el mundo y el yo mismo cobra sentido, en la medida en que tiene sentido también para otro(s).

La soledad lleva al “anonadamiento” heideggeriano o pérdida del sentido de todas las cosas y por tanto del sí mismo.

De la misma manera, la falta de con-vivencia, de experiencias compartidas y del compartir experiencias, la monotonía en las relaciones, desdibuja progresivamente el significado del mundo (incluyendo al otro y a mí mismo) para mí.

El amor no es simplemente un enganche, sino que o se re-produce o definitivamente muere.

Este re-producirse del amor implica la mutua experiencia significativa. De ahí lo dulce de la re-conciliación, del sentirse nuevamente compartiendo una experiencia significativa. El mismo enojo (recuérdese la relación amor-odio) de un amante con su amada puede simplemente ser producido por el desgarramiento amoroso que surge de la in-diferencia, por el vacío o muerte del significado o del re-producirse del amor.

"El amor es el ser vivo de una relación humana"
ENTREVISTA de Helen Fisher y Eduard Punset
Helen Fisher es investigadora del Departamento de Antropología de la Universidad de Rutgers, EE.UU. Ha conducido un extenso estudio sobre la evolución, la expresión y la ciencia del amor. Es autora de varios libros como ¿Por qué amamos? donde describe cada aspecto de la experiencia de enamorarse desde un punto de vista exclusivamente científico.
Eduard Punset:
¿Por qué nos gusta una persona en concreto entre todas las demás?
Helen Fisher:
Es una pregunta muy difícil. Nadie sabe la respuesta. Sabemos que interviene un componente cultural muy importante. El momento también es muy importante: hay que estar dispuesto a enamorarse. La gente tiende a enamorarse de alguien que tiene alrededor, próxima; nos enamoramos de personas que resultan misteriosas, que no se conocen bien.

"Los hombres se enamoran más deprisa que las mujeres y ello tiene una
explicación evolutiva", dice Fisher a Punset

EP:
Los hombres se enamoran más deprisa que las mujeres. Y esto también tiene una explicación evolutiva.
HF:
Sí. Tres de cada cuatro personas que se suicidan cuando una relación se acaba son hombres. Los hombres son tan apasionados como puedan serlo las mujeres y, en efecto, se enamoran más deprisa. A mí me interesan las semejanzas en el cerebro de hombres y mujeres pero algunos de mis colegas me sugerían analizarlos por separado para ver si existían diferencias. Pensé que era buena idea y, en un experimento que realizamos con diez mujeres y siete hombres, descubrimos algunas diferencias de género, aunque no en el aspecto pasional, porque tienden a sentir lo mismo...
EP:
Los dos son igualmente apasionados.
HF:
Sí, pero en los hombres descubrimos una mayor actividad en una pequeña región cerebral asociada con la integración de los estímulos visuales... Durante millones de años, el hombre ha tenido que mirar bien a la mujer y tomarle la medida para ver si ella le daría un niño saludable.
EP:
Increíble. O sea que las imágenes visuales son más importantes que el olor, por ejemplo.
HF:
No estoy segura. Lo cierto es que somos primates, nuestros antepasados descendieron de los árboles, y si te caías del árbol morías. Así que somos un animal que tiene un sentido del olfato reducido. Por eso lo llaman amor a primera vista, no amor a primera olida.
EP:
Es cierto...

En el caso de las mujeres, el enamoramiento se asocia con una
mayor actividad con áreas cerebrales relacionadas con
la capacidad de rememorar

HF:
Pero hemos hallado algo entre las mujeres que me sorprendió muchísimo. Descubrimos en ellas una mayor actividad en unas tres áreas diferentes, asociadas con la memoria y la rememoración, no simplemente con la capacidad de recordar. Y al principio lo no entendí, pero luego pensé que, durante millones de años, una mujer no podía mirar a un hombre y saber si podía ser un buen padre y un buen marido. Para saberlo, tenía que recordar. Tenía que recordar lo que había dicho el último día de San Valentín, cómo se había comportado con anterioridad.
EP:
Y es verdad que se acuerdan.
HF:
...y nos acordamos. Y esperamos que se cumpla lo dicho. Y nos llamamos las unas a las otras por teléfono, y lo recitamos, para estar seguras de que nos acordaremos. Es un mecanismo de adaptación que las mujeres probablemente han poseído durante cuatro millones de años, para conseguir al hombre adecuado.
EP:
¿Y qué le sucede al cerebro de los mamíferos cuando están realmente locos de amor? HF: Hallamos actividad en muchas partes del cerebro, pero las dos cosas más importantes fueron la actividad en una pequeñísima fábrica que hay cerca de la base del cerebro, llamada el área ventral tegmental. Y lo que hace esa fábrica es producir dopamina, un estimulante natural: un estimulante que proporciona sensaciones de plenitud, euforia y cambios de humor.

La química del amor: ¿qué sucede en nuestro
cerebro cuando nos enamoramos?

La magia de la química amorosa
EP:
Pero, realmente, ¿es todo química?
HF:
Yo tengo que decirles que sí, que todo es química. Cada vez que producimos un pensamiento, o tenemos una motivación, o experimentamos una emoción, siempre se trata de química. Sin embargo, se pueden conocer todos y cada uno de los ingredientes de un pastel de chocolate, pero todavía nos gusta sentarnos y comerlo. De la misma manera, podemos conocer toda la química que hay detrás del amor romántico –todavía no la conocemos toda, pero estamos empezando a conocerla en parte- y todavía ser capaces de captar toda su enorme magia.
EP:
Has mencionado el chocolate. Parece ser que el chocolate activa los mismos tipos de neuronas que el amor romántico, y es por eso que ambos son adictivos. ¿Es así?
HF:
Sí, el amor romántico es adictivo.
EP:
Helen, hay algo en lo que todo el mundo estaría de acuerdo: es lo que tu llamas el impulso sexual, el impulso sexual general. Sin él no habría niños y los genes no se perpetuarían.
HF:
El impulso sexual es diferente del amor romántico y es diferente del afecto. También creo que han evolucionado por razones diferentes. El impulso sexual evolucionó para que saliéramos a buscar a nuestras parejas. Creo que el amor romántico es el impulso verdadero, porque emana de este cerebro primitivo y es más fuerte que el impulso sexual. Cuando estamos locamente enamorados, queremos irnos a la cama con nuestra pareja, pero lo que realmente queremos es que nos llame por teléfono, que nos invite a cenar, y se crea una unión emocional. De hecho, una de las características principales del amor romántico es el deseo de contacto sexual... y de exclusividad sexual. Cuando nos acostamos con alguien y no lo amamos, no nos importa realmente si también se acuesta con otros. Pero cuando nos enamoramos, pasamos a ser realmente posesivos. En la comunidad científica lo llamamos ”vigilancia de la pareja”. El amor romántico es muy peligroso. Lleva consigo una gran felicidad y una gran tristeza. Cuando se nos rechaza estando enamorados, hay personas que pueden matarse, o matar a otra persona.

El deseo sexual y el amor son cosas distintas y los
caminos cerebrales que los rigen también son diferentes

EP:
Algo de lo que os habéis dado cuenta es que, en el cerebro, el amor y el odio se parecen mucho. De hecho, si se analizan los ciclos cardiacos de una persona, no se puede apreciar la diferencia entre si una persona acaba de matar a otra o ha tenido un orgasmo.
HF:
El amor y el odio son muy parecidos. La indiferencia es su contrario. Y hacemos las dos cosas: amamos a la persona y la odiamos al mismo tiempo. Y aquello por lo que suspiramos es la indiferencia. De hecho, el amor y el odio tienen mucho en común. Cuando odiamos, concentramos nuestra atención tanto como cuando amamos. Cuando amamos o cuando odiamos, nos obsesiona pensar en ello. Tenemos una gran cantidad de energía, nos cuesta comer y nos cuesta dormir. El amor y el odio tienen mucho en común.


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