El se miró. Obligado a ver su Yo en el espejo.
El espejo quedó mudo, desproporcionado.
E. carecía de reflejo.
Y su propia visión era como una ceguera en las mismas entrañas ...
Desde aquel momento perdí mi rostro y empecé a recordar, quien era yo, antes de conocerlo.
De los momentos silenciados
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